27 diciembre 2007

cómo hablar..

Se acostó en la cama pasada ya la media noche. Como solía hacer cuatro de cada cinco noches, volvió a dejar que sus ojos se acostumbrasen a la oscuridad un buen rato antes de que la entrasen las ganas de dormir. Sus ojos empezaron a deambular por la habitación intentando volver a reconocer cada uno de los muebles y trastos que tenía por allí. Pero esa noche lo único que veía era la cara de aquel chico. Distinguía cada uno de sus rasgos. No podía apartar la vista de los ojos con los que probablemente soñaría más tarde. Esa forma de observarla la hacía temblar incluso en su imaginación.
La gente que la conocía se asombraba cuando contaba que aún la seguían temblando las piernas cada vez que estaba con él. Sin embargo ella sabía que nadie la creía, que escucharían lo que tuviese que contar haciendo un ejercicio de respeto, pero jamás llegarían a profundizar en su vida. Y eso era lo que ella quería. Necesitaba que alguien bucease su alma. Que entrase a través de sus ojos y fuese capaz de descifrar aquello que ni siquiera ella sabía de sí misma.
Y fue en lo que quiso pensar aquella madrugada. Soñó con verse a través de los demás. Quería verse a través de otros ojos y, de repente, susurró como disculpándose: Pero no para ver qué opinión tienen de mi.. Sólo deseaba conocerse a ella con los sentimientos que despertaba en quien la conocía.
Y por un momento su espíritu se coló en el cuerpo de su hermana. Y se imaginó sentada frente al ordenador, abriendo el navegador de su máquina de trabajo y leyendo el diario que acostumbraba a escribir en Internet. Y luego accedió a la barra del bar donde trabajaban algunos amigos. Y al trabajo de sus padres. Y, por supuesto, se escurrió en el cuerpo del chico. Pero no consiguió lo que buscaba. Pensó que la tristeza se había tatuado en su cara y que no había maquillaje capaz de resistir las tormentas que sufría su cielo.
Y se sintió frustrada, una vez más. Así que decidió dormir.

08 diciembre 2007

going to a town

la recta final del año se me antoja ciertamente cuesta abajo. como asomarse a un precipicio oscuro del que no se atisba fondo alguno. nunca le he tenido especial aprecio a las fechas que se acercan; ni me gustan ni me disgustan. en realidad puede que diera algo porque tuvieran un significado certero de que hay qué celebrar.
ha sido un año complicado, repleto a más no poder de cambios; de los que se suceden a velocidades tales capaces de hacer a una revolvérsele el estómago. y más si ahora se recuerdan todos seguidos.
me da miedo solo pensarlo.
recordar viene del latín, re-cordis, y significa volver a pasar por el corazón.
y otra cosa no, pero sobre todo, duele.
igual este año lo que celebro es que se acaba.