Hacía tiempo que habías dejado el trabajo y colaborabas en una revista de música. Por supuesto que te dedicabas casi por completo a tus fotos y aquella noche se inauguraba una exposición tuya en exclusiva en la sala de Avenida de América.
Ésa que nos quedamos mirando el otro día, ¿te acuerdas?
Fascinada, le besó en la barbilla, entrecruzaron sus manos, y le dejó continuar.
Yo no sé si acababa de llegar del aeropuerto y por eso me retrasé..
¡Como en Closer!, le interrumpió.
Aquello estaba lleno de ex compañeros de trabajo, amigos y familia. Miré y te encontré allí, charlando con alguien, casualmente junto al retrato que tanto te costó hacerme. ¡Oh Dios! Estabas radiante. Después de nuestras vacaciones lucías un bronceado fabuloso. Llevabas puesto un mono de pantalón corto negro y palabra de honor y las sandalias negras que te compraste en la isla. Las uñas de los pies y de las manos en el mismo rojo que llevas ahora. Maquillada y peinada como una auténtica artista. Me acerqué y te besé en el hombro. Al girarte y verme, me cogiste de la mano..
Esbozó una ligera sonrisa. Le brillaron los ojos y se quedó callado, como si lo estuviese volviendo a soñar.
¿Ya está?, preguntó ella.
Sí, todo lo demás hubiera sobrado.
Y era cierto que su vida juntos era imposible mejorarla en ningún sueño.
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