Abrió la ventana de su habitación y subió la persiana. El sol entró con tanta fuerza que un escalofrío recorrió su cuerpo y supo que ella había llegado a la ciudad. No iba a verla, ni siquiera iba a llamarla pero el hecho de saberlo y que hubiese cambiado tan bruscamente su estado de ánimo y que de repente todo fuese luz, le bastaba.
Mientras tanto ella ya estaba caminando por las calles de las que durante tantos años fue su sitio, oyendo canciones que a su vez le transportaban a miles de lugares que no fueran esos por los que estaba paseando. Perteneciendo a todo y a la vez sin pertenecer a nada.
We own the sky, susurró ella cantando mientras giraba su cabeza a la izquierda para controlar los coches cuando llegó a un cruce de carreteras.
Lo último que vio fue un autobus demasiado cerca.
1 comentario:
Hola solo queri agradecerte por tener esas letras tan interesante en establog
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