Chico Imaginario: Hola...
Pekisch: Hola..
Chico Imaginario: Me llamo Chico Imaginario.
Pekisch: Yo me llamo Pekisch. (Sonríe). Aunque sea una mujer.
Chico Imaginario: Me he estado fijando en usted...
Pekisch: Ah, ¿sí?
Chico Imaginario: Sí. En las cosas que le gustan. (Pausa). Lo que oye. Lo que dice.
El Chico Imaginario enumera un puñado de cosas. Trascendentales ellas, como todo él.
Pekisch: Yo también me he estado fijando.
Chico Imaginario: ¿Sí? (Sorprendido y halagado)
Pekisch: Sí. Tiene usted unos labios realmente apetecibles.
Pekisch destruye el romanticismo. Opta más por lo pasional.
Chico Imaginario: Vaya! (Vuelve a sorprenderse. Gratamente). Esperaba otra respuesta...
Tras una pausa, el Chico Imaginario reanuda la conversación.
Chico Imaginario: Ahora me he fijado en sus ojos.
Pekisch: ¿Le gustan?
Chico Imaginario: Sí, son bonitos. Pero reflejan melancolía. (Enternecedor)
Pekisch: ¿Sabe usted que la melancolía es la alegría de estar triste?
Chico Imaginario: (Turbado) No, no lo sabía. (Pausa)
Pekisch: ¿Y sus labios?
Chico Imaginario: Oh, sí. (Turbado de nuevo) ¿Le gustaría probarlos?
No se puede con Pekisch.
Pekisch: ¡Vaya que sí me gustaría!
Pekisch se acerca y le besa. Pero de repente se retira. El Chico Imaginario está aturdido. Pero también emocionado.
Pekisch: Se me olvidó preguntarle una cosa..
Chico Imaginario: Diga...
Pekisch: ¿Qué tipo de beso he de darle?
Chico Imaginario: Con uno eterno será suficiente...
Pekisch y el Chico Imaginario se funden en un beso sin final.
La luz va decreciendo.
Cae el telón.
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